Sólo hay una iglesia, sólo hay un Espíritu, y Dios los llamó a una sola esperanza de salvación. Sólo hay un Señor, una fe y un bautismo.
Efesios 4.4-5, Traducción en Lenguaje Actual
Trasfondo
Entrar a la segunda parte de la carta a los Efesios representa trasponer el umbral para recibir las grandes afirmaciones paulinas sobre la fe y la salvación. La primera parte es más teológica y la segunda es exhortativa dirigida a la sana construcción y edificación de la comunidad. Se afirma aquí la unidad en medio de la diversidad.
Para Efesios 4, es central el tema de la cristología, fundamento de la eclesiología y de la antropología. Sin embargo, la imagen que se presenta es la del Cristo cósmico, resucitado, ascendido al cielo y sentado encima de todos los poderes, terrenos y celestiales. La vida y la ética cristiana son descritas como un pasar de un estado desordenado, a someterse al poder de Cristo y a la vida divina. El tema de la unidad tiene como finalidad expresar esos conceptos; más que una unidad sociológica, también necesaria, se refiere a la unidad con Cristo, que lleva de un lado a la unidad interior, entendida como dominio de las pasiones y superación del “hombre viejo” y, de otro lado, a la unidad sociológica que se encuentra en una nueva realidad social: la propia iglesia (L. Schiavo).
“Vivan como deben vivir… al ser parte del pueblo de Dios” (4.1-2)
La carta intenta legitimar la existencia de la Iglesia en medio de una realidad de sometimiento y dominio, descrita en la imagen del “cuerpo”, como un lugar donde judíos y no judíos se transforman en un único pueblo porque la salvación gratuita, conseguida por Cristo, derrumbó el muro de separación y reconcilió a los dos. Se esperaba de ellos que vivieran como debían vivir quienes habían sido “llamados a formar parte del pueblo de Dios” (4.1b).
El verdadero problema que tienen planteado las comunidades en torno a Éfeso en este momento es su trabajo y presencia de paz y reconciliación en un mundo que está todavía por pacificar, desde una fraternidad que aún no ha conseguido la comunión de la unidad. Sólo se podía dar una respuesta al evangelio político de la pax romana, defendido por el bloque dominante, como legitimación de la situación, si se realiza ya desde ahora la lucha escatológica en medio del mundo. Pero esta presencia en el cosmos sólo es posible desde una fraternidad reconciliada. El problema es la presencia en el mundo bajo el señorío del Kyrios (M. Legido López).
El lenguaje de Pablo se mueve en la esfera del ruego (como en Ro 12.1) pues lleva implícita la idea del acompañamiento pastoral: “El apóstol, como un paracleto, se coloca al lado de la iglesia y la llama y motiva a la obediencia” (M. Ávila Arteaga). El verbo utilizado (peripatésai, “andar”) es “un término ético que describe el comportamiento cristiano como un andar o vivir que debe darse de acuerdo con la voluntad de Dios (cf. Col. 1.10 y I Tes 2.12). Dicho vivir o conducta es la respuesta apropiada a lo que Dios ha hecho a favor nuestro en Cristo y de la visión que nos ha dado de su plan pacificador para toda la creación” (Ídem). Desde la prisión, el apóstol extiende su preocupación pastoral y comunitaria para exhortar a los efesios a vivir como parte de la nueva humanidad a la que han sido integrados desde sus variados orígenes étnicos, raciales, culturales y religiosos. Toda una obra divina de integración humana.
Como parte de la exhortación, el apóstol habla de algunas actitudes y formas de actuar: humildad, amabilidad, paciencia y tolerancia, además de la disposición a apoyarse mutuamente (v. 2). “Pablo no es un moralista tedioso, pero sí es un cristiano lúcido. No defiende moralismos, pero sí una ética que nace de la vocación cristiana, como respuesta nuestra a la riqueza extraordinaria del amor de Dios para con nosotros” (J. Bortolini). Las actitudes y virtudes que Pablo solicitó a las comunidades daban por sentado que las relaciones personales estaban dañadas por el egoísmo y la maldad. Debía anteponerse el fruto moral de la acción del Espíritu para actuar como Jesús lo hizo con los demás.
La unidad que produce el Espíritu (4.3-6)
La siguiente demanda del apóstol rebasa por mucho lo que podría esperarse luego de referirse a actitudes cotidianas. Se trata ahora de que la comunidad se esfuerce activamente por “mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz” (3). Tamaña exhortación hacia la unidad y la paz apunta hacia la conciencia que la comunidad debía tener de lo que ella representaba como resultado de la acción del Espíritu. En otras palabras, ninguna iniciativa que se oriente a la división y la enemistad puede venir del Espíritu de Dios, pues de éste sólo pueden surgir acciones serias, propositivas y edificantes: “Somos llamados a mantener la unidad que es fruto de la obra del Espíritu en la iglesia. […] La iglesia debe buscarla como una meta, resultado del servicio cotidiano y mutuo de todos y todas como pueblo de Dios” (M. Ávila Arteaga). El vínculo (sundesmo, lazo, eslabón, cadena) de la paz es el medio por el que se ha de mantener la unidad en medio de un mundo severamente fragmentado.
Siete son los fundamentos de la unidad según lo que afirman los vv. 4-6: un cuerpo (Cristo), un Espíritu, una esperanza, un Señor (negación del emperador), una fe (doctrinas), un bautismo (pacto), y un Dios y Padre de todos (contra el César como Pater Patrias). Ellos ponen en jaque la ideología imperial y sus pretensiones de divinidad:
Los fundamentos de la nueva humanidad construida por Dios son muy distintos a cualquier otra construcción social de origen humano, sean familias, gremios, sociedades, naciones o imperios. Las bases de la nueva creación y humanidad de Dios consisten en la unidad del Dios trino, Espíritu, señor y Padre; en la unidad del único cuerpo que es la iglesia; en su visión y esperanza comunes; en una misma creencia; y en el único sello que todos sus miembros han recibido al ser incorporados al pueblo de Dios (Ídem).
Conclusión
Es preciso subrayar que unidad de la iglesia no es lo mismo que homogeneidad. Durante muchos años el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) fue acusado de querer subordinar a las iglesias protestantes al Vaticano y de intentar formar una súper iglesia, algo que es formalmente imposible, lo que no excluye que se formen “iglesias unidas”, un esquema que ha funcionado en diversos países. En ese sentido, la intención del CMI es muy clara:
En un mundo lastrado por tanto dolor, angustia y miedo, creemos que el amor que hemos visto en Cristo trae la posibilidad liberadora de la alegría, de la justicia para todos y de la paz con la tierra. Movidos por el Espíritu Santo, impulsados por una visión de unidad, seguimos caminando juntos, determinados a poner en práctica el amor de Cristo, siguiendo sus pasos como discípulos suyos, llevando la antorcha del amor en el mundo, y confiando en la promesa de que el amor de Cristo lleva al mundo a la reconciliación y la unidad (Declaración sobre la unidad de la 11ª Asamblea del CMI, Karlsruhe, Alemania, 2022).
No se trata de “una unidad que se imponga desde fuera, sino que proceda íntimamente de la acción del Espíritu” (E. Cothenet).
Sugerencias de lectura
- José Bortolini, Cómo leer la carta a los Efesios. Todo el universo reunido en Cristo. Bogotá, San Pablo, s.f.
- Luigi Schiavo, “En la plaza de la ciudad: la negociación cultural (Efesios 4,1-32)”, Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana, núm. 68, 2011/1.
- Marcelino Legido López, Fraternidad en el mundo. Un estudio de eclesiología paulina. Salamanca, Ediciones Sígueme, (Biblioteca de estudios bíblicos, 34), 1982.
- Edouard Cothenet, Las cartas los colosenses y los efesios. Estella, Verbo Divino, 1994.
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marzo 9, 2025
Efesios 4.1-6 Commentary