junio 20, 2021

I Corintios 16.13-14 Commentary

Manténganse siempre en estado de alerta, pero confiando en Cristo. Sean fuertes y valientes, y todo lo que hagan, háganlo con amor.

I Corintios 16.13-14, TLA

Trasfondo bíblico

La exhortación a ser “fuertes y valientes” es algo constante en buena parte del Deuteronomio y del libro de Josué, pues formó parte de las exhortaciones a asumir la tarea correspondiente en la conquista y ocupación de la tierra prometida. En Deuteronomio aparece tres veces en el cap. 31, adonde se llama al pueblo (v- 6), a Moisés (v. 7) y a Josué (v. 23) a asumir esa actitud ante el cambio de época y de circunstancias que estaban por vivir, al acercarse a ese territorio. En Josué 1 se utiliza cuatro veces (vv. 6, 7, 9 y 18) para consolidar la mentalidad del nuevo líder del pueblo ya enfrascado en la conquista de la tierra ocupada. En Jueces (3.29-30; 6.12), I Samuel (14.46-47) y I Crónicas (22.13; 28.20-21) vuelve a usarse la frase en contextos de conflicto y enfrentamiento y, por último, en los Salmos (24.8) y en el profeta Jeremías (46.21).

Fuerza y valentía en la historia del pueblo de Dios

El pueblo de Dios, atenazado por la presencia de otras naciones hostiles, debía enfrentar las circunstancias con una actitud beligerante y siempre dispuesta a la lucha encarnizada. La época determinó que el lenguaje utilizado fuera de guerra y confrontación constante. Hoy esa tendencia ha cedido su lugar al reconocimiento de las fortalezas y debilidades propias de las personas y de las comunidades. El lenguaje belicista, incluso en el terreno espiritual debe ceder su lugar a formas de pacifismo que no excluyan la necesidad de adquirir y desarrollar una firmeza y determinación propias de seres humanos que admiten la necesidad de potenciar sus capacidades, pero nunca en detrimento de los demás. Al momento de trasponer los diversos umbrales históricos que le correspondieron, el pueblo debió procesar esta mentalidad y canalizarla hacia formas de espiritualidad que le permitieran alcanzar una sana madurez ante cualquier circunstancia.

En la segunda carta a los Corintios, y en la propia experiencia de Pablo se contrastan la fortaleza y la debilidad, como una forma de complementar la exhortación de la primera carta: “Me alegro de ser débil, de ser insultado y perseguido, y de tener necesidades y dificultades por ser fiel a Cristo. Pues lo que me hace fuerte es reconocer que soy débil” (II Co 12.10). Esta aceptación no necesariamente pasiva de la debilidad no se opone a la fortaleza de carácter, que, según la primera exhortación, debía caracterizar a los creyentes: “En efecto, lejos de ser un obstáculo desfavorable, la debilidad apostólica se convierte en un elemento esencial de la predicación del comportamiento legitimo del apóstol. Cuanto más débil es Pablo, más se transparenta el evangelio y más fuertes se hacen los corintios que lo reciben. La debilidad apostólica no es ni distancia lejana, ni tolerancia culpable: le permite a la autoridad de Cristo mostrarse siempre que es necesario” (Maurice Carrez).

El agregado del amor en el camino de la fe

El apóstol Pablo no duda en usar ese mismo lenguaje para exhortar a los creyentes corintios para enfrentar todo lo que tengan por delante en un contexto de búsqueda permanente de apoyo para las comunidades palestinas necesitadas. Al comienzo del último capítulo de la primera carta, ése es el motivo de todo cuanto ha expresado en las importantes secciones anteriores. De hecho, la exhortación a la perseverancia está ligada directamente con lo tratado en el extenso capítulo 15, dedicado íntegramente a la resurrección: “Los cuatro imperativos [“vigilad, estad firmes en la fe, actuad varonilmente, sed fuertes”] persiguen una misma finalidad: que los cristianos de Corinto, en medio de los serios problemas que existen en su congregación, se mantengan vigilantes y fuertes, al mismo tiempo que procuren actuar con amor en todo. La exigencia de ‘velar’ puede entenderse en relación con los eventos escatológicos ya anunciados y esperados momentáneamente (15.51-52)” (I. Foulkes). La expresión griega es bastante sexista para nuestro tiempo (“varonilmente”), pero debe entenderse como la traducen casi todas las versiones actuales en su aplicación para todos/as.

La correspondencia con esta comunidad se caracteriza por la forma tan directa en que el apóstol se dirige a ella para hacerle ver su realidad. Al despedirse, les pide que consideren esa actitud de firmeza, pero que también actúen con amor. De esa manera conseguirán complementar adecuadamente su conciencia cristiana con una disposición de ánimo que les permitirá enfrentar todo lo que surja en el camino de la nueva fe que habían recibido. La mención de varios nombres habla de la relación tan dinámica que había entre ellos. Se trata, en última instancia, de mantenerse alertas “ante las aberraciones que amenazan su calidad de pueblo del Señor”, en términos de integridad doctrinal y calidad de vida ética.

Conclusión

Permanecer firmes en la fe mediante una actitud sólida de valentía fue un valor cristiano que se promovió intensamente en la época del Nuevo Testamento, por lo que en estos tiempos debe releerse a la luz de las nuevas exigencias presentes en cada situación. Es una conducta que se debe esperar como resultado de la fe y de la acción del Espíritu Santo en cada persona y comunidad. Es por ello que los/as creyentes afroamericanos siempre han insistido en una frase que refuerza esa exhortación: Keep the faith! (¡Mantén la fe!), pues representa la capacidad comunitaria de mantenerse firme en las convicciones que propicia la fe para que, de ese modo, el testimonio cristiano alcance toda su fuerza. Algo así es requerido de manera continua en diversas coyunturas sociales, morales y espirituales a fin de expresar permanentemente que toda prueba, tentación o exigencia se verá respondida mediante una conducta íntegra y sometida a las promesas de Dios en su Palabra. Por lo tanto, no se trata de ser agresivos o violentos, incluso simbólicamente, sino de mantener el testimonio cristiano de una sola pieza, en medio de todas las circunstancias por más complejas que sean.

Sugerencias de lectura

  • Maurice Carrez, La primera carta a los Corintios. Estella, Verbo Divino, 1989 (Cuadernos bíblicos, 66).
  • Irene Foulkes, Problemas pastorales en Corinto. Comentario exegético-pastoral a 1 Corintios. San José, Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1996.
  • Michel Quesnel, 2ª ed. Las cartas a los Corintios. Estella, Verbo Divino 1980 (Cuadernos bíblicos, 22).

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