diciembre 4, 2022

Isaías 11.1-10 Commentary

Una vara saldrá del tronco de Isaí; un vástago retoñará de sus raíces. Sobre él reposará el espíritu del Señor; el espíritu de sabiduría y de inteligencia; el espíritu de consejo y de poder, el espíritu de conocimiento y de temor del Señor.                                                                         Isaías 11.1-2, Reina Valera Contemporánea

Trasfondo bíblico-teológico

De cara a la grandiosa realidad (misterio y milagro, como escribió Karl Barth) de la encarnación del Hijo de Dios en el mundo nos enfrentamos directamente al tema y la realidad de los mesianismos, un asunto genuinamente religioso y espiritual, pero también político por causa de la forma en que son conducidas las esperanzas de las sociedades en determinados gobernantes o personajes. Un vocabulario de ciencias sociales lo define como “la creencia en un enviado divino que traerá a los hombres la justicia, la paz, condiciones felices de existencia; y la acción de todo un grupo obediente a las órdenes del guía sagrado para instaurar en la tierra el estado de felicidad soñado” (C. Agüero). Ello “nace del descontento cada vez más profundo de ciertas colectividades ante las desgracias y las injusticias sociales que las abruman y afirma formalmente la esperanza de que va a haber un trastorno completo de las condiciones penosas de existencia, aportado por un personaje sagrado que volverá a ponerlo todo en orden” (Ídem).

Eso es lo que se anuncia en la temporada de Adviento, la forma en que Dios fue conduciendo la historia hasta llegar a su momento más grávido y culminante que desembocó en el nacimiento de su Hijo en el mundo. Al recuperar las esperanzas del antiguo pueblo de Dios y proyectarlas en la figura de Jesús de Nazaret se advierte con mayor claridad el amplio proyecto de introducción del Reino de Dios al mundo. Ya en el desarrollo de los evangelios, particularmente en el de Marcos, se experimenta una tensión entre la mesianidad de Jesús y lo que se ha denominado “la discreción de Dios” (C. Duquoc). La interpretación espiritual de los sucesos, iluminada por el simbolismo de las velas, permite entender cómo el Adviento, debidamente celebrado, “reaviva nuestro agradecimiento a Dios por su intervención en la historia humana el día de ayer; refresca nuestro encuentro personal con el Resucitado el día de hoy y alimenta nuestra esperanza en el retorno esperado del Señor para el día de mañana” (E. González y J. Martínez).

El mesianismo conducido por el propio Dios (vv. 1-5)

Los capítulos 6-12 del libro de Isaías constituyen, según muchos biblistas, el Libro de Emmanuel, es decir, un conjunto de oráculos presentados por el profeta en medio de una coyuntura nacional muy concreta en el reino de Judá. Este libro remite a la guerra siro-efraimita de los años 733-732 a.C., cuando el rey Acaz recurrió a Asiria y tuvo que aceptar su dominación política, económica y religiosa para defenderse de Siria y el reino israelita del Norte que deseaban extenderse a costa de Judá. “Isaías actuará como profeta de juicio contra los responsables del país. En 10.5ss, se afirma que Asiria es un instrumento de Yahvé contra la infidelidad de su pueblo, y se anuncia que más tarde recibirá el castigo por su soberbia. Este papel sería modificado en relecturas posteriores de los acontecimientos, y los oráculos de juicio y castigo con el tiempo recibirán retoques para ser vistos como mensajes de salvación”. Esto se aprecia con toda claridad en otros dos pasajes, adonde Isaías y sus redactores expresan la forma en que proyectó su mesianismo urgente más allá de la historia que le tocó vivir: en el cap. 7., la señal del hijo de una virgen es la respuesta a las inquietudes del rey; y en el 9 el niño anunciado recibe los títulos que la situación demandaba con urgencia.

La ubicación y redefinición del papel de la “dinastía” de Isaí hace decir al profeta que de ese “tronco” (símbolo de una devastación anterior) brotará la esperanza de restauración. La recuperación del linaje davídico proyecta las expectativas populares a una dimensión nostálgica que, al mismo tiempo que recordaba los buenos tiempos de David, anunció que el nuevo brote monárquico pertenecía a todo Israel nuevamente, como anteriormente (v. 12). Las virtudes del v. 2 son fundamentales para entender la respuesta divina a las esperanzas del pueblo. El nuevo vástago recibirá el espíritu de Yahvé, desdoblado en tres pares de características:

El espíritu de valentía nos recuerda al Dios guerrero, príncipe de la paz (Is 9.1-6) el rey es el que emprende los combates del pueblo y es Dios el que le da la fuerza necesaria para ello. El espíritu de conocimiento y respeto del Señor puede tener varios sentidos El término conocimiento se utiliza muchas veces en la terminología sapiencial. En nuestro caso parece preferible relacionarlo con la terminología de Oseas (4.1; 6.6) sobre todo en la medida en que se lee conocimiento de Dios lo mismo que el termino temor o respeto de Dios (J.M. Asurmendi).

Un Mesías que colma plenamente las esperanzas humanas (vv. 6-10)

Los atributos del personaje esbozado proyectan las esperanzas del pueblo en el sentido de “aterrizar” la gracia divina en un gobernante que efectivamente conecte su labor con las necesidades del pueblo y no caiga en el estereotipo de las monarquías preocupadas sólo por sí mismas. En primer lugar, los rasgos sapienciales de este monarca futuro (sabiduría e inteligencia) recuerdan la añeja petición de Salomón para su ejercicio real, el cual produjo un sentimiento de algo incompleto entre el pueblo porque no cumplió con las promesas del salmo 72. En segundo lugar, el par consejo/poder (planificación/fuerza), está visto no en el contexto de la guerra sino de la paz, es decir, de la situación normal que debe vivir un país bien gobernado que busca el desarrollo integral de todos sus habitantes, sin distinciones de ningún tipo. Los vv. 3b-5 extenderán más específicamente esta capacidad del rey futuro “para establecer justicia a favor de los pobres. Ésa es la función del poder: liberar a los que no tienen poder”. En tercer lugar, el conocimiento/temor de Dios (piedad/religiosidad) relaciona al Dios futuro con el Dios de la historia de salvación: “Conocer es ‘reconocer’, estar ligado al Dios salvador […] y temerle significa respetar sus normas y obedecerle”.

En un ambiente laico y secularizado, estas virtudes deben ser leídas en términos de la sensibilidad o voluntad política, pues ni siquiera El príncipe, de Nicolás Maquiavelo, deja de notar la responsabilidad de los gobernantes ante las demandas profundas de la población. La modernidad laica ha quitado a los gobernantes la posibilidad de hacer alarde de una religiosidad superficial que enmascara, por necesidad, sus limitaciones e intereses. De la traducción griega de este pasaje surgió la tradición de siete atributos del rey, raíz de la afirmación de los siete dones del Espíritu Santo. Todo lo anunciado, además, tiene dimensiones cósmicas y ecológicas (vv. 6-8), es decir, el shalom (bienestar pleno) aplicado a toda la creación de Dios.

Conclusión

Dios responde desde lo alto a las expectativas del pueblo con una persona que rebasará completamente el modelo político de la monarquía israelita y de cualquier gobierno para situarse, en Jesucristo, como el único y auténtico objeto de esperanza. Sin dejar de lado que los testigos humanos del poder divino tienen una obligación de corte teológico muy importante: representar la forma en que Dios responde a las ansias mesiánicas de la población. En este sentido, la lectura política del Adviento consistiría en advertirlo como una especie de “campaña divina” para la aceptación de su manifestación extraordinaria en el mundo al encarnarse históricamente y optar por compartir la suerte de toda la humanidad. Eso lo hizo no ya desde las alturas aparentemente insensibles (que en rigor no lo habían sido, dada su simpatía permanente por la raza humana) sino desde abajo, desde el aquí y el ahora.

Sugerencias de lectura

  • Celma Agüero, “Mesianismo”, en http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/historico/rama.pdf.
  • Jesús M. Asurmendi, Isaías 1-39. 2ª ed. Estella, Verbo Divino, 1981 (Cuadernos bíblicos, 23).
  • Christian Duquoc, Mesianismo de Jesús y discreción de Dios. Madrid, Ediciones Cristiandad, 1985.
  • Elizabeth González y Jesús Martínez, “El Adviento”, en Red Latinoamericana de Liturgia, selah.com.ar.

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