Una virgen concebirá y dará a luz un hijo,
y le pondrás por nombre Emanuel,
que significa: “Dios está con nosotros”.
Mateo 1.23, Reina-Valera Contemporánea
El mal se destierra,
ya vino el consuelo:
Dios está en la tierra,
ya la tierra es cielo.
Fernán González de Eslava
Trasfondo bíblico-teológico
Mateo abre su Evangelio con una reconstrucción genealógica de la historia de la salvación que desemboca en José y, por supuesto, en Jesús. Presentada esquemáticamente (14 generaciones tres veces) cumple la función anunciada en 1.1: exponer la continuidad histórico-salvífica entre Abraham, David y Jesús de Nazaret. La historia de la salvación debía desembocar en el nacimiento del Mesías anunciado y profetizado. Los nombres mencionados forman parte de la cadena histórica desde la época de Abraham, Isaac y Jacob (patriarcal), la etapa en Egipto, el regreso a Canaán, los Jueces, la monarquía, la división del reino, el exilio y el retorno a Palestina. En el v.16 el tono cambia y se introduce el viraje teológico que representó el nacimiento de Jesús: María es mencionada como ya antes otras mujeres (en circunstancias “irregulares”), algo impensado para este tipo de registros. Con ello se abre la puerta para el relato más detallado del nacimiento como tal, que también se daría en medio de eventos complicados.
María, la adolescente madre (v. 18)
El relato del nacimiento inicia con un conflicto: estando comprometida con José, se supo que María estaba embarazada; tendría entre 12 y 16 años en ese momento, de modo que su situación podía complicarse, aun cuando se subraya que había concebido del Espíritu Santo. Sin los detalles que ofrece Lucas, Mateo expone directamente el problema. José tenía dos alternativas: “1) Denunciarla al tribunal; en este caso, si se comprueba que no era virgen, ‘sacarán a la joven a la puerta de la casa paterna y los hombres de la ciudad la apedrearán hasta que muera’ (Dt 22.20ss). 2) Darle el libelo de repudio” (J.L. Sicre). Actuar de esa manera con una adolescente sería visto hoy como una acción extremadamente violenta, impropia de una persona creyente, pero completamente legal. Dado que vivimos en el país con la mayor tasa de adolescentes embarazadas en la OCDE se ha tenido que desarrollar un plan nacional para descenderla. Este año disminuyó 16%, con un total de 60.3 nacimientos por cada mil personas de 15 a 19 años, pero aún sigue siendo un problema incluso de salud pública.
De modo que el pasaje nos sitúa ante un “nacimiento irregular”: “En clave de ley, desde el punto de vista de José, hijo de David y portador de su promesa, el surgimiento de Jesús se opone al orden patriarcal y nos sitúa en los bordes del mayor ‘pecado’ posible: el adulterio como ruptura del orden familiar” (X. Pikaza). María estuvo al borde de la muerte por causa de esta irregularidad producida por el propio Espíritu Santo.
José, varón desempoderado y padre sustituto (v. 19-21)
La figura de José es una de las más importantes en esta historia, pero paradójicamente es de quien menos se habla, aun cuando en el relato es en quien más hizo crisis la situación. La teología contemporánea ha practicado lecturas muy iluminadoras de su relevancia para la historia de la salvación a partir del dilema que enfrentó aun cuando su condición de “justo” lo hizo valorar la decisión de dejarla (o repudiarla que es el concepto más preciso), aunque no quería “denigrarla”, pero ése sería el camino para su castigo y ajusticiamiento. La primera parte del v. 20 lo muestra reflexionando sobre el problema. Tendría que llegar a él un ángel en el sueño para convencerlo de asumir el papel de “padre sustituto”. Ésa era la otra alternativa, un tanto humillante y que implicaba una forma de desempoderamiento, de kénosis, de vaciamiento: “El ángel no le da tiempo a José de preguntar nada. Da por supuesto que acogerá a María; y cuando nazca el niño, será él quien le ponga el nombre. No se llamará José, como él, sino Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados. Demasiadas sorpresas para un pobre muchacho de Belén. Su novia embarazada, un hijo suyo que no es suyo, y que salvará a Israel de sus pecados” (J.L. Sicre).
Xabier Pikaza y Leonardo Boff han indagado profundamente en la personalidad de José. El primero establece que el texto rechaza el patriarcalismo davídico concreto del varón que dirige a la mujer. Eso es lo que José debe superar:
…el ángel de Dios le pide que renuncie a su paternidad, con los derechos que ella implica, poniéndose al servicio de la obra de Dios María, su esposa (Mt 1, 18-25). De esa forma le pide lo más fuerte y costoso que puede pedirse a un hombre, especialmente si es israelita: que renuncie a su derecho y que acepte, acoja y cuide la obra que Dios ha realizado en su mujer María.
Frente al varón dominador que duda de su esposa y la utiliza, frente al hombre que pretende “conquistar” a las mujeres y tomarlas como territorio sometido, se eleva aquí la voz más alta del ángel de Dios pidiendo al varón José que respete a la mujer María, aceptando lo que Dios realiza en ella. En el principio de la historia de la liberación cristiana está la fe de este buen varón José, que se ha dejado cambiar, convirtiéndose de algún modo en cristiano ante María (X. Pikaza).
Para Boff, José es un padre ejemplar, que bien puede servir de modelo para estos tiempos tan exigentes. La frase clave es recogida por Mateo de manera sensible: “No temas recibir a María, tu mujer”.
El Emmanuel anhelado: un Dios acompañante (vv. 22-25)
José no le pondría su nombre al niño sino el que le indicó el ángel, el nombre simbólico ligado a la salvación de su pueblo el cual se relacionaría con el anuncio profético de Isaías 7.14 que ahora alcanzaría su cumplimiento pleno, luego del parcial en la persona del rey reformador Ezequías. Ese Dios acompañante por fin se visualizaría en la persona de este niño Mesías que vino a colmar las esperanzas del pueblo en toda su plenitud. El Dios-con-nosotros encarnado en el hijo de María es el Mesías para Israel, el Salvador para la humanidad, la esperanza para toda su creación.
Conclusión
El hecho de que Dios en Jesús camine ahora al lado de su pueblo fue el cumplimiento de las más antiguas promesas sobre esa realidad inigualable que consistiría en percibir al Señor como una persona siempre cercana, empática y solidaria. La acción divina de venir al mundo y arraigarse en él mediante la humanidad de Jesús es el mayor acontecimiento salvífico que podía imaginarse. Ni en sus mejores sueños Isaías y los demás profetas tuvieron la capacidad de anticiparse a la manera en que Dios se haría presente en la historia, dentro de ella, desde sus raíces más profundas. En todo el evangelio de Mateo se desplegaría esta realidad a cada paso de la actuación de Jesús como maestro, sanador y liberador. Ésa es la razón de ser de esta fiesta cristiana que celebra la llegada definitiva de Dios al mundo en su Hijo.
Sugerencias de lectura
- Xabier Pikaza, Evangelio de Mateo: de Jesús a la iglesia. Estella, Verbo Divino, 2011.
- Xabier Pikaza, “San José, un hombre que creyó en su mujer”, en Religión Digital, 18 de marzo de 2019, religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/San-Jose-hombre-Superar-patriarcalismo_7_2104659534.html.
- José Luis Sicre, El evangelio de Mateo: un drama con final feliz. Estella, Verbo Divino, 2016.
- Leonardo Boff, San José: la personificación del padre. México, Ediciones Dabar, 2006.
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diciembre 22, 2024
Mateo 1.18-25 Commentary