abril 10, 2022

Mateo 21.1-11 Commentary

Cuando Jesús entró en Jerusalén, todos en la ciudad se conmocionaron, y decían: “¿Quién es éste?”. La multitud decía: “Éste es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea”.

Mateo 21.0-11, RVC

Trasfondo bíblico

Hoy se diría que Jesús de Nazaret dio un golpe mediático al entrar a la ciudad de Jerusalén en el episodio que de manera tradicional se conoce como “entrada triunfal a Jerusalén”. También se agregaría, desde la teoría política, que Jesús comenzó a forzar la situación para convertirse en un mártir popular y así dejar su causa arraigada entre las clases sociales marginadas de su época. Alguien más diría que fue una acción desesperada a sabiendas de que allí encontraría la muerte, la cual, de acuerdo con las acciones que venía desarrollando hasta ese momento, no podía ser otra que la reservada por el imperio romano a los sediciosos y alborotadores. Lo cierto es que, según el evangelio de Mateo, Jesús había comenzado a anunciar a sus discípulos su intención de viajar a Jerusalén y lo había hecho de la misma forma simbólica con que ocultaba su mesianismo a quienes lo escuchaban (20.17-28). Algunos de sus seguidores, como Pedro, externaron su inconformidad con dicho anuncio, pero no lograron disuadirlo y el texto muestra la intensidad con que Jesús asumió la necesidad de llegar a la capital de Judea para “tomarla por asalto”, dicho esto en consonancia con los elementos mesiánicos contradictorios que acompañaron su llegada.

La estrategia de Jesús al llegar a Jerusalén

A partir de la muerte de Juan el Bautista (Mt 14.1-12), antecedida por la entrevista con los discípulos mientras aquél estaba en la cárcel acerca de su relación con la venida del Mesías tan esperado (Mt 11.2-19), la estrategia de Jesús recibe un giro que es simultáneo al rechazo progresivo por parte del pueblo. Porque el esquema de su trabajo al servicio del Reino de Dios se desarrolló según una dinámica muy concreta: primero, llevar el mensaje al pueblo de Israel (particularismo); segundo, ante su rechazo, realizar el tercer paso: abrir el mensaje a toda la humanidad, sin distinción de razas (universalismo). Además, si se atiende la fecha de redacción del evangelio de Mateo, la comunidad que se reunía alrededor de dicho apóstol, estaba formada en su mayoría por no judíos, una realidad que para los originarios de Judea resultaba profundamente inquietante y extraña. Uno de los resultados de este movimiento estratégico fue precisamente la decisión de llegar a Jerusalén para que, a través de los diversos gestos y acciones mesiánicas que llevaría cabo, su movimiento alcanzaría la resonancia deseada entre el pueblo. Su impacto llegaría, irremediablemente, hasta las esferas más altas del poder político y religioso, aunque claro, con el inevitable precio de la muerte violenta.

Se unieron, así, en Jesús, dos elementos que lo distinguieron radicalmente de otros líderes de movimientos mesiánico-apocalípticos: su conciencia mesiánica exacerbada y la claridad acerca de un destino relacionado con el servicio a Dios a luz de las esperanzas sobre la venida del Reino de Dios. Su destino estaba ligado, inexorablemente, a la venida de ese Reino tan añorado por las personas fieles a las promesas de Dios. Mateo trabaja concienzudamente los antecedentes proféticos del contacto definitivo de Jesús con Jerusalén, mediante un tratamiento textual que no excluye la ira y la ternura, la violencia verbal y la compasión humana. Se trata, por todo ello, de una relación extremadamente contradictoria de Jesús con dicha ciudad, pues su origen galileo lo colocaba en una situación difícil a la hora de ganarse nuevas simpatías. Pablo Richard se refiere a esta región fronteriza: “Recuperar Galilea para el estudio de los orígenes del cristianismo, es recuperar la memoria de los pobres y de las comunidades locales como raíz histórica de la identidad del cristianismo y de las iglesias cristianas”, porque según Mateo y Marcos, después de la muerte de Jesús, los discípulos se congregaron en Galilea, es decir, allí nació la iglesia originaria, no en Jerusalén, porque esa otra posibilidad interpreta institucionalmente los inicios del cristianismo.

Prácticamente, Jesús llegó para enfrentar el statu quo en un estado de total indefensión, pues los grupos más radicales (los guerrilleros zelotas, sobre todo), no veían con buenos ojos su estrategia, pues la veían como “demasiado espiritual”. Estrictamente hablando, no llegó a la ciudad para contribuir a la lucha de liberación del yugo romano, debido a que sus miras eran más altas, en términos de la historia de salvación, lo cual no significa que su propuesta y acciones no tuvieron impacto entre las masas desfavorecidas de su tiempo.

La entrada en Jerusalén, suceso sui generis

Como se ha mencionado, Mateo redacta la narración de este episodio a través de una lectura mesiánica, a posteriori, de la persona y obra de Jesús. Para ello, se vale de elementos tomados de Zacarías 9.9, que cita casi textualmente, para la búsqueda del pollino. La cabalgadura de los reyes de Israel eran las mulas (I Reyes 1.33) (J. Mateos y F. Camacho). Mateo reunió Isaías 62.11 con Zacarías para justificar la acción profética de Jesús, quien llega a la ciudad como un rey diferente, es decir, anunciando la venida de un Reino de Dios vivido e interpretado desde las minorías y la ausencia de poder, no desde el lugar de los grandes. La referencia a Sión (literalmente, “la hija de Sión”), es una expresión poética hebrea que personifica a una ciudad con sus habitantes. Por otro lado, no se trata, así, de la entrada de un rey guerrero o violento, pues el rey querido por Dios es alguien que surge desde abajo, porque, sobre todo, comprende cabalmente todos los aspectos de su existencia humana.

La reacción de la multitud es opuesta al simbolismo del animal que monta Jesús: la extensión de los mantos a su paso recuerda cómo se aclamó a Jehú cuando le cedieron el poder (II Reyes 9.4ss). Porque ellos esperan un rey que irá directamente a combatir el yugo romano y eliminarlo, es decir, la interpretación popular de la entrada de Jesús no es triunfal, sino triunfalista. Como sucesor de David, más allá de genealogías, lo vieron como el posible restaurador de la monarquía de Israel, un proyecto ciertamente fallido hacía varios siglos, que las élites de Israel deseaban resucitar y cuyas expectativas compartían con el pueblo pobre. (Porque no hay nada más riesgoso para las mayorías que compartir las esperanzas de las clases dominantes, gracias a la propaganda y a una práctica abusiva del poder político…) Jesús no responde a la aclamación mesiánica (pues la expresión Hosanna significa “Salva desde lo alto”, Salmo 118.25-26) sino hasta que está en el templo, el espacio espiritual por excelencia, aunque también objeto del juicio divino y de la ira profética de Jesús.

Conclusión

La conmoción que causa la llegada de Jesús equivalió, según Mateo, a un temblor de tierra, similar al que acontecería en el momento de la crucifixión. Todos los habitantes, jefes y pueblo, estaban aturdidos con esta entrada. Jesús logró su objetivo: sorprender a la ciudad y prepararla para que, en plena fiesta, sucediera su manifestación paradójica como Hijo de Dios y su muerte violenta. La pregunta sobre su identidad, en labios ahora de los cosmopolitas de Jerusalén, es respondida por la gente misma, y constituye toda una confesión de fe: “El profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea” (21.11), afirmación que atizará, sin duda, el fuego en su contra. El destino de Jesús estaba trazado, debido a sus acciones previas, desestabilizadoras del sistema religioso y social, y su conciencia mesiánica lo llevaría, ya en la ciudad de Jerusalén, a enfrentar la voluntad salvadora de Dios en una clave extrañamente violenta. Mientras tanto, acompañemos a Jesús en la última semana de su vida, en su mismo espíritu de obediencia y sometimiento a Dios, el Padre redentor.

Sugerencias de lectura

  • Juan Mateos y Fernando Camacho, El evangelio de Mateo. Lectura comentada. Madrid, Cristiandad, 1981, pp. 207-208.
  • Richard, “Los diversos orígenes del cristianismo: una visión de conjunto (30-70 d.C.)”, en RIBLA, 22, https://www.centrobiblicoquito.org/images/ribla/22.pdf

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