Ellos respondieron: Haremos lo que nos dices. Les devolveremos sus propiedades y no los obligaremos a pagar nada. Entonces llamé a los sacerdotes para que delante de ellos prometieran cumplir lo que habían dicho.
Nehemías 5.12, TLA
Trasfondo bíblico-teológico
José S. Croatto afirmó que Nehemías 5 es un texto “poco aprovechado a nivel querigmático”, es decir, que, a diferencia de otros pasajes en los que la preocupación socioeconómica es evidente, en este caso, se ha dejado a un lado su influencia directa, por ejemplo, en el perdón de las deudas enunciado en la oración de Jesús (Mt 6.12; Lc 11.4). Uno de los momentos más solemnes y conmovedores del libro de Nehemías es el que aconteció después de que el dirigente judío denunció los abusos en contra de la población más pobre que había perdido propiedades y que tenía a sus hijos como esclavos. La primera parte de este capítulo muestra a Nehemías completamente comprometido con una situación de explotación que había levantado una gran barrera entre hermanos. La exhortación-orden fue bastante concreta: “a) Ustedes deben devolverles hoy mismo sus campos, sus viñedos, sus olivares y sus casas. b) No los obliguen a pagar lo que deben, ya sea dinero, trigo, vino o aceite, c) ni los obliguen a pagar intereses” (v. 11). La respuesta inmediata de los aludidos, en contra de quienes se llevó una asamblea para resolver el problema (5.7b) fue notoriamente positiva, pues reconocieron el problema y accedieron a actuar como se les solicitó.
La solidaridad como criterio básico
Esa solidaridad, que no fue espontánea, surgió después de un momento de silencio (v. 8b), aunque aceptaron la recomendación. “Los prestamistas […] se habían convertido en mercaderes que traficaban con la libertad de sus hermanos judíos” (S. Pagán). Nehemías mismo tuvo que aceptar que había participado en la práctica de prestar dinero y comida al pueblo, pero ahora su exhortación a los prestamistas es una especie de jubileo, o remisión de las deudas de los pobres. La indicación fue directamente para condonar la deuda y devolver al pueblo sus propiedades e intereses. El propósito fue poner fin a una práctica que fomentaba la injusticia. Croatto subraya la radicalidad de la exhortación de Nehemías e incluso critica algunas traducciones que no permiten ver los alcances de tamaña determinación (“la centésima parte del dinero”, v. 11b, RVR1960):
Estas interpretaciones “generosas” suponen que perdonar algo de una deuda, ya es un gran gesto. ¿Por qué no entender el texto como suena: “devolvedles hoy sus campos, sus viñedos, sus olivares y sus casas; y el ciento (por uno) del dinero… que les habéis prestado”? No hay ningún caso conocido en que me’ a signifique “la centésima (parte)”, aunque algunas veces es multiplicativo: cien veces (cf. Qo 8.12; Pr 17.10). ¿Será una fórmula retórica el “ciento por uno” (cf. Lc 8.8) en nuestro pasaje? ¿O se puede entender como una propuesta de máxima, que implica la restauración de las personas afectadas por la pobreza del endeudamiento? […] ¿No tiene sentido entonces que Nehemías les pida que devuelvan “el ciento (por uno)” del dinero y de los bienes de consumo producidos por las tierras empeñadas (vv. 3-4)? La devolución así es satisfactoria, y cubriría el deterioro acaecido desde el momento de hacerse las hipotecas, permitiendo a su vez a los deudores su propio proceso productivo. El texto dejaría entender que los acreedores se han enriquecido sobradamente; y señala con claridad que pueden económicamente hacer lo que Nehemías les reclama.
El juramento de los prestamistas
Nehemías convocó a los sacerdotes para juramentar a los prestamistas (v. 12) aprovechando el ambiente colectivo de jubileo y de alianza que se propició con su exhortación: “Un asunto que interesa al pueblo que trae la queja (v. 1a), no se resuelve en la intimidad de los poderosos. El discurso crítico de Nehemías se desarrolla en asamblea (vv. 8-11), lo mismo que la promesa de los acreedores (v. 12a) y la toma del juramento (v. 12b- 13a)” (Ídem). Además, hizo un gesto simbólico para mostrar lo que Dios haría si no se cumplían las disposiciones del juramento: se sacudió la ropa y anunció lo que haría Dios si no se cumplía la promesa: por un lado, Dios haría a un lado a los que no cumplieran y, por el otro, les quitaría sus propiedades como reprimenda (13). El relato coloca el compromiso de los prestamistas en un horizonte completamente teológico: Dios sería testigo del pacto, lo que le otorgó una gran formalidad y responsabilidad al acto comunitario. La “comunidad de hermanos” que había sido herida debía resolver este asunto hasta lo más profundo: “El poder político de Nehemías hace posible y viable la reforma, sin embargo, la iniciativa no viene de arriba sino que surge de abajo. Es un hecho socio-político digno de atención. El poder político es una mediación que en este caso sirve para los intereses del pueblo” (Ídem). El compromiso final debía cumplirse por completo (13b).
Los vv. 14-18 destacan la generosidad y la vida ejemplar de Nehemías en el marco de una “teología política” muy provocadora para su época y en el sentido de que su comportamiento como gobernante debía marcar una profunda diferencia con el de otros antecesores. Su actitud como gobernante (y la de su familia) fue apegada a la justicia (14a), en abierta contraposición al proceder de los prestamistas y de los anteriores gobernantes junto con sus colaboradores (15). Su estilo administrativo y su compromiso con el pueblo fueron un ejemplo para todos (16). Asimismo, su generosidad, extraña para alguien con ese poder, también destaca en la historia (17-18a). Acaso el clímax de este resumen cívico-político sea la constatación de que Nehemías no cobró salario por gobernar en consideración del sufrimiento del pueblo. La lección ética y espiritual es contundente: la gratuidad en el ejercicio del mando para un pueblo atribulado fue un auténtico oasis, una verdadera excepción en medio de la conducta política absolutista propia de la época. El pasaje concluye con otra breve oración de Nehemías en la que solicita que Dios tome en cuenta todas sus acciones en favor del pueblo (19).
Conclusión
El biblista español Luis Alonso Schökel esboza un perfil bastante mosaico de la figura de Nehemías:
Por mi cuenta quiero notar que Nehemías repite, en cierta manera, la experiencia radical de Moisés: abandona la corte imperial para visitar y ayudar a sus hermanos, y los encuentra oprimidos por extraños y divididos entre sí. Moisés no podía contentarse con sacar a unos esclavos de Egipto, si los iba a dejar a merced de explotadores internos que implantasen una nueva esclavitud. De modo semejante, Nehemías no podía contentarse con colocar la corona de murallas sobre la cabeza de Jerusalén, si la capital iba a encerrar un pueblo esclavizado por sus conciudadanos.
El perdón de las deudas y la devolución de bienes fue siempre una utopía en el antiguo Israel, pero precisamente por ese carácter llega hasta nosotros como parte de un sueño social posible en medio de la explotación y el abuso que no dejan de suceder en el mundo. Dios instaló en la conciencia de su pueblo la posibilidad real de igualar a las personas mediante decisiones radicales que podían mejorar la situación. Hoy tampoco se debe renunciar a que los sueños divinos se cumplan realmente en las sociedades injustas.
Sugerencias de lectura
- José S. Croatto, “La deuda en la reforma social de Nehemías. (Un estudio de Nehemías 5.1-19)”, en RIBLA, núm. 5-6, 1990/1, org/images/ribla/5-6.pdf.
- Samuel Pagán, Esdras, Nehemías y Ester. Miami, Caribe, 1990.
- Luis Alonso Schökel, “‘Somos iguales que nuestros hermanos’. Para una exégesis de Neh 5.1-13”, en Salmanticensis, 23, 1976, https://summa.upsa.es/pdf.vm?id=0000006954&page=1&search=&lang=es.
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noviembre 3, 2024
Nehemías 5.12-19 Commentary