Cuando se terminó de reparar el muro, se colocaron los portones en su lugar y se eligieron los guardias de las entradas, los cantores y los ayudantes de los sacerdotes.
Nehemías 7.1, TLA
Trasfondo bíblico-teológico
La ciudad de Jerusalén fue, como era natural, el centro neurálgico del proyecto de reconstrucción integral de la provincia persa de Judá en el tiempo de Nehemías. Cuando el proyecto estaba por completarse, debió nombrarse una serie de cargos para hacerse cargo de las necesidades de Jerusalén: porteros, cantores, levitas, y guardas o “vigilantes”. Cada uno debía cumplir responsabilidades concretas para el funcionamiento y la seguridad de la ciudad. Quienes hicieron los nombramientos fueron los representantes del pueblo (7.1). En el v. 2 el nombramiento es hecho directamente por el gobernador Nehemías. La selección en el v. 6 posiblemente fue hecha por Hananí (hermano de Nehemías) y Hananías (S. Pagán).
La labor de los cantores y los levitas estaba relacionada con el templo de Jerusalén, no con las puertas de la ciudad. El nombramiento de Hananí y Hananías (v. 2) presenta un problema básico: la gran similitud entre los dos nombres. Sin embargo, el uso del plural en el v. 3 (“y les dije”), elimina la posibilidad de que fuera la misma persona. Hananías tenía las cualidades administrativas y ética requeridas para desempeñar el cargo recibido. Su responsabilidad incluía la supervisión de los guardias de las puertas (v. 3) y, posiblemente, la administración de la ciudad (cf. 3.9, 12). El cuidado que debía ejercerse preveía la posibilidad de una invasión enemiga, por lo que debían tomarse fuertes medidas de seguridad en las puertas y en diferentes lugares de la ciudad. “Ya los muros se habían reedificado: ahora se necesitaban personas capacitadas para desarrollar un plan de seguridad para el pueblo. El proyecto de reconstrucción física fue solo un componente del objetivo específico de Nehemías: la seguridad de la ciudad de Jerusalén y sus habitantes. Nehemías distinguió la importancia de las estructuras físicas en relación con las necesidades de la gente” (Ídem).
Los problemas de Jerusalén
El v. 4 enuncia el mayor problema en cuanto a la situación de Jerusalén: “era grande y extensa, pero había poca gente en ella porque no se habían reconstruido las casas”. Para tratar de resolver el problema, Nehemías (por orientación divina) reunió al pueblo para hacer una lista de familias (5): “Después de hacer un censo de la población (7.5a), concentró en la ciudad los cuadros administrativos y a un décimo de la población de Judea, echada a suertes (11.1)” (P. Abadie). Probablemente, muchos de los que regresaron del destierro no fueron a vivir allí sino que se instalaron en áreas rurales, por lo que repoblar Jerusalén exigió que se determinase qué familias debían trasladarse para ello, pero la exigencia no resultaría muy popular: “Vivir en Jerusalén en aquel momento no atraía a la gente, pues la ciudad no ofrecía buenas condiciones económicas. Fuera del templo, Jerusalén no contaba con una administración compleja y el comercio aún no era próspero” (S. Pagán).
Las condiciones de Jerusalén eran bastante distintas a las del pasado, pues en esta etapa histórica su decadencia fue bastante notoria. Tal como comenta Luis Alonso Schökel: “No es la ciudad ‘bien trazada’ o ‘bien compacta’ que cantaba el salmista (Sal 122.3). Ahora bien, Isaías II había prometido a la capital numerosos habitantes: (Is 49.19-20); y aún hablaba de un desbordamiento expansivo: (Is 54.2-3). Por su parte, Ezequiel había anunciado: ‘serán repobladas las ciudades y las ruinas reconstruidas’ (Ez 36.10.33). Una ciudad despoblada está como maldita y se adueñan de ella animales salvajes y siniestros (Is 34)”.
Nehemías reunió a los diferentes sectores del pueblo (nobles, oficiales y demás) para hacer el censo. Él ofrecería la información adecuada para determinar quiénes repoblarían Jerusalén. La lista es básicamente la misma de Esdras 2.1-70. En aquélla, forma parte del relato histórico del Cronista. En las llamadas “Memorias de Nehemías”, es el punto de partida para armar una estrategia y volver a poblar la ciudad. Las razones teológicas para hacerlo se derivaron de la elección que hizo David para centralizar en ella toda la vida de Israel como nación, aunque la influencia de profetas como Isaías II es bastante clara:
Conclusión
Se deriva de la idea de elección, como hemos visto, y traduce la irradiación de la ciudad para todos los judíos de Palestina y de la Diáspora. La Dispersión se ve como un círculo que tiene su centro en Jerusalén de donde dimana la luz de la Ley (Is 2.2-5, repetido en Is 66.18-20, lo cual hace del libro de Isaías en su estado final un gran “himno a Sión”). Por eso el judaísmo postexílico se caracteriza por una polaridad: un centro (Jerusalén) y una dispersión (la Diáspora), unificados por el templo y por la Ley. El movimiento esbozado por David con la entrada del arca en Jerusalén (2 Sm 6) encuentra su cumplimiento en las obras reformadoras de Esdras y de Nehemías. De este modo la ruptura del destierro se reabsorbe en este largo movimiento de continuidad (P. Abadie).
Evidentemente, el retorno de las familias a diferentes regiones de la tierra obligó a replantear seriamente el rumbo del proyecto hasta ese momento. La preocupación por la centralidad de Jerusalén llevó al liderazgo de Nehemías a establecer una política que, sin ser popular, resultara estratégica para el plan mayor de la reconstrucción. La defensa de la ciudad era una prioridad absoluta para las circunstancias del momento, pues de su estabilidad dependería buena parte del futuro de la nación, ya de por sí complicado. En nuestros tiempos, el manejo de las ciudades grandes implica la participación y colaboración de gobernantes, ciudadanos y de los diferentes sectores que las conforman para mantener la convivencia en el mejor nivel posible, así como la óptima atención de las necesidades de sus habitantes.
Sugerencias de lectura
- Philippe Abadie, El libro de Esdras y de Nehemías. Estella, Verbo Divino, 1998 (Cuadernos bíblicos, 95).
- Samuel Pagán, Esdras, Nehemías y Ester. Miami, Caribe, 1990.
- Luis Alonso Schökel, Biblia del Peregrino. 1. Estella, Verbo Divino, 1997.
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noviembre 24, 2024
Nehemías 7.1-6 Commentary