abril 14, 2019

Romanos 14.13-18 Commentary

Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien, propónganse no poner tropiezos ni obstáculos al hermano.

Romanos 14.13, Nueva Versión Internacional

Trasfondo bíblico

Una de las grandes lecciones de la carta a los Romanos es su acercamiento a la diversidad presente en las comunidades cristianas que habían comenzado a surgir en la capital del imperio romano. Todo el Nuevo Testamento es un testimonio de esa diversidad que algunos estudiosos han resumido con bastante exactitud al señalar que había por lo menos cuatro variedades de creyentes cristianos:

1). Judíos y paganos convertidos que exigían la observancia de toda la ley, incluyendo la circuncisión,

2). Judíos y paganos convertidos que no imponían la circuncisión, pero exigían a los paganos convertidos la práctica de ciertas observancias judías. A ellos pertenecieron Pedro y Santiago (y los cristianos de Jerusalén por sus lazos estrechos),

3). Judíos y paganos convertidos que no imponen ni la circuncisión, ni la observancia de leyes alimenticias. Entre ellos Pablo y Bernabé,

4). Judíos y paganos convertidos que no imponían ni la circuncisión, ni las observancias alimenticias, ni se ataban al culto y a las fiestas judías de significación permanente. Estos eran más radicales que Pablo en cuanto al judaísmo (Elsa Tamez).

 

La diversidad en la comunidad

A partir de esta pluralidad, acerca de la cual estuvieron bastante conscientes los apóstoles, el proyecto paulino al escribir la carta en cuestión estaba muy claro: “Pablo busca ganarse el apoyo de los cristianos de Roma, en su lucha por defender un evangelio que incluya a todos los pueblos de la tierra. Por eso insiste en que el evangelio de Jesucristo se acoge por fe y no por la ley” (E. Tamez). Ese ejercicio discursivo en busca de la inclusión total aparece después de que el apóstol ha ofrecido instrucciones morales y prácticas para su aplicación en la vida comunitaria. La alusión a los problemas rituales que se enfrentaban también en Roma por parte de las comunidades que habían acogido la fe en Jesús como el Mesías muestra la preocupación por que ningún factor debía causar divisiones ideológicas o doctrinales. El amor comunitario debía ser capaz de superarlas desde la perspectiva de la igualdad y el respeto mutuo como actitudes básicas para la convivencia que se pudiera calificar como cristiana.

Dado que Pablo no conocía personalmente aún a las personas a las que se dirige, es muy llamativa la forma en que se esforzó por trazar las líneas de una comunidad cristiana que pudiera practicar el amor en medio de todas sus relaciones. Ello a pesar de que el ambiente no necesariamente era el mejor para experimentar la novedad de vida que habían comenzado a disfrutar. Tal vez por ello la exhortación resuena hasta hoy como un gran sueño apostólico de unidad, respeto y fraternidad, a sabiendas de que había otras formas de convivencia, marcadas por el odio y la violencia. El trabajo espiritual del apóstol apuntaba hacia la superación de es manera de pensar y de vivir, a fin de hacer visibles los logros comunitarios del Reino de Dios en el mundo. Pablo buscó siempre el balance entre lo individual y comunitario y aquí resalta eso una vez más con toda la intensidad que ameritaba el caso.

Abrirse al mundo desde el amor comunitario e inclusivo

La estructura de la segunda sección a la que pertenece el cap. 14 manifiesta su ubicación dentro del proyecto del apóstol encaminado a afirmar la práctica de la fe en el ámbito cotidiano, pues el énfasis recae en la vida renovada y el discernimiento. La enseñanza dominante es: en todo, acoger siempre al débil, lo que se especifica con una situación concreta. Se trataba de las observancias alimenticias (14.1-23). Los dos aspectos están claros: no juzgarse mutuamente (vv. 2-12) y actuar siempre con madurez (vv. 13-23). Lo más relevante sería salvaguardar la libertad de conciencia delante de Dios, pero sin dejar caer al hermano o hermana, pues ello implicaría un atentado al proyecto que Dios en Cristo había comenzado a establecer en el mundo.

Todo esto puede compararse con las exhortaciones formuladas en 1 Tes, Gál y 1-2 Cor para poner mejor de relieve lo que caracteriza a las presentes advertencias. No cabe duda de que la llamada al amor está presente en los escritos paulinos por casi todas partes, pero más especialmente en Rom 12.9; 13.8-10; 14.15. Sin embargo, en Rom 14.1-15, la insistencia no recae tanto en el amor mutuo dentro de un mismo grupo, sino más bien en un comportamiento a la vez tolerante y acogedor con los cristianos que siguen otras prácticas (Charles Perrot).

La apertura al mundo por parte de la comunidad de fe implicaba un cambio profundo de la mentalidad religiosa que permita discernir, en medio de las costumbres y hábitos culturales, las mejores posibilidades de diálogo y acercamiento que permitan compartir efectivamente el amor de Dios a todos los seres humanos, sin distinciones ni privilegios para nadie, tal como lo expresa el apóstol en la misma carta. “¡Dios no tiene favoritos! Dios acepta a los que obedecen la ley de Moisés, pero rechaza a quienes solamente la escuchan y no la obedecen. Los que conocen la ley serán juzgados de acuerdo con esa misma ley. Los que no la conocen, y pecan, serán castigados, aunque no conozcan esa ley” (2.11-13, Traducción en Lenguaje Actual). “Dios no hace acepción de personas” ha sido la traducción más usual, pero esta otra pone el dedo en la llaga sin miramientos.

Conclusión

No juzgarse mutuamente en el sentido de exclusión o para pronunciar un juicio definitivo es la actitud recomendada para que la apertura sea completa. La única gran deuda pendiente es, precisamente, la del amor: “No tengan deudas pendientes con nadie, a no ser la de amarse unos a otros. De hecho, quien ama al prójimo ha cumplido la ley” (13.8). En la comunidad cristiana no debería haber espacio para ningún tipo de superioridad, pues la iglesia es ahora un enclave espiritual que es un signo comunitario de la presencia del Reino de Dios en el mundo, es decir, la representación cristiana de la apertura total de Dios hacia su creación en amor.

La insistencia del apóstol Pablo en la presencia de “hermanos/as débiles” debe hacer recordar las dificultades con que algunas personas asumen la fe cristiana y cómo la comunidad puede contribuir a fortalecer la opción que han escogido. Pablo muestra una enorme apertura y disposición para que la integración efectiva en la comunidad supere los obstáculos internos y externos: “De ordinario, Pablo se muestra más autoritario cuando se dirige a los suyos, pero la situación de ‘mezcolanza’ de los cristianos de Roma le obligaba de hecho a un comportamiento más abierto, por encima de sus propias opciones y decisiones” (C. Perrot).

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