noviembre 20, 2022

Salmo 104.1-13 Commentary

¡Tus obras, Señor, son innumerables!
¡Todas las hiciste con gran sabiduría!
¡La tierra está llena de tus criaturas!

Salmo 104.23, Reina Valera Contemporánea

Trasfondo bíblico-teológico

De entre los diversos testimonios acerca de la creación de Dios en el Antiguo Testamento, sobresalen los Salmos 104 y 145, el primero por su extraordinario aliento poético y ambos por su sólida proyección teológica. Walter Brueggemann afirma que “es quizás la más plena exposición de la fe en la creación”. Su primera parte (vv. 1-23) es “todo un inventario de los ingredientes de la creación en cuanto obrada por Dios”. La doxología comienza con la obra creadora de Dios que consistió en ordenar los “niveles” de la creación: los cielos (v. 2), los aposentos sobre las aguas (vv. 3-4) y los cimientos de la tierra (v. 5). “El salmo se maravilla de las generosas reservas de agua (vv. 8-13) y la miríada de animales que son así sustentados (vv. 14-23)”. Este inventario pasa de lo general a lo particular y finalmente a las personas que se alimentan de pan y vino (v. 14) y que trabajan y descansan (v. 23). “El salmo da testimonio de los ritmos fiables y sustentadores de la vida garantizados por Dios”. La segunda mitad del salmo “refleja la importancia de Yahvé en esta asombrosa red de dones (vv. 24-35)”. Cuatro son los elementos expuestos sobre la acción de Dios en la creación:

  1. a) “Dios es el firme gobernador de toda la creación, incluido el mar y el leviatán, que en otros contextos podrían haber sido salvajes y rebeldes (vv. 24-26)”;
  2. b) “la creación que Dios ha formado es una gran cadena alimenticia, que proporciona generosamente lo que toda criatura necesita (vv. 27-28)”. El viento/espíritu (rûaj) del Señor es el que, a cada instante, hace posible la vida (vv. 29-30);
  3. c) esta percepción de la bondad y el poder de Dios conduce a un estallido de alabanza (vv. 31-34);
  4. d) el cántico concluye con una breve y sombría indicación ética sobre quienes se niegan a recibir la vida en la creación (v. 35).

“Cuando el himno —con clara intención didáctica [por su relación con la literatura sapiencial]— afirma que todas las obras de Yahvé están realizadas con sabiduría, entonces formula una idea que se desarrolla extensamente en Job 28 y en Prov 8.22ss” (H.-J. Kraus).

La intención creadora de Dios, afirmación de vida (vv. 1-23)

Este salmo se concentra en celebrar el esplendor de la creación divina, es un verdadero “poema celebrativo del orden, simetría y majestad de la creación” (W. Brueggemann). El autor comienza con una exhortación que se dirige a sí mismo para que alabe a Yahvé (1-2), enumera las características notables en la creación y se las asigna todas a Dios. Es una especie de avalancha descriptiva y poética que observa la forma en que Dios se ubica al lado de su creación: cada verso afirma cómo Él se presenta en medio de ella y las resonancias mitológicas le otorgan al poema una dimensión extraordinaria que permite visualizar cada imagen con gran intensidad. “¡Dispones tus mansiones sobre las aguas! / ¡Las nubes son tu lujoso carruaje, / y te transportas sobre las alas del viento! / ¡Los vientos son tus mensajeros! / ¡Las llamas de fuego están a tu servicio!” (vv. 3-4). La capacidad creadora de Dios aparece como una garantía de la continuidad de la vida en el mundo, a pesar de las posibles resistencias (5-9). En ese sentido entra la grandiosa observación del lugar de las aguas para el mantenimiento de la vida (10-13), así como la labor divina para sostener la existencia mediante la fertilidad de los campos (14-15). “El v. 10 enlaza con el v. 8. A las aguas que antaño habían sido tan peligrosas, Yahvé las hace descender a los valles por medio de manantiales. El caos mortal de las aguas se convierte en fuente de vida, que calma la sed de los animales del campo y de las aves del cielo” (H.-J. Kraus). Asimismo, se destaca la forma en que se nutren y cuidan los animales (16-18).

Los vv. 19-23 ensalzan a Yahvé como el Señor de la noche y del día; a la luna, la creó “para que fijara los tiempos”, y el sol también se halla al servicio de la determinación del tiempo. “La narración como tal termina en el v. 23. El punto final del relato es apropiadamente que la función del ‘hombre’ es como trabajador en la creación de Dios. Esta es su herencia en la vida. No es una maldición o una carga especial. Tal trabajo pertenece a la vida propia de la humanidad, en las funciones propias de la creación” (W. Brueggemann).

Las inmensas maravillas de la creación: un llamado a la alabanza y la vida recta (vv. 24-35)

La segunda parte del salmo abre con una exclamación de reconocimiento de la grandeza de las obras del Señor: “¡Cuán innumerables son tus obras, oh, Jehová! / Hiciste todas ellas con sabiduría; / La tierra está llena de tus beneficios” (24). En la gran abundancia de las obras creadas resplandece la sabiduría del Creador. El mar, con toda su excelsitud, es una de las grandes manifestaciones de dicha sabiduría: “Convencionalmente el mar es una expresión de pavor e intensa amenaza. Aquí, el mar es juguete de Dios en el que, el gran monstruo marino, sirve sólo para diversión peculiar de Dios (Job 41) […] En otro lugar, el monstruo marino es una encarnación del mal. Aquí, lo que unos piensan que es el mal, se ve sensible a Dios y al modo de Dios” (W. Brueggemann). Al mismo tiempo, se afirma, de una forma altamente poética, cómo el mundo entero depende diariamente “del sustento, del rostro, de la presencia y del aliento divinos”. El poeta percibe profundamente cómo el Creador mantiene cotidianamente a flote a su creación y lo celebra con versos memorables: “Les das, recogen; / Abres tu mano, se sacian de bien. / Escondes tu rostro, se turban; / Les quitas el hálito, dejan de ser, / Y vuelven al polvo. / Envías tu Espíritu, son creados, / Y renuevas la faz de la tierra” (vv. 28-30). “Esa conciencia conduce al autor, en los vv. 31-34, a moverse a un asombro espontáneo, a gratitud y alabanza. […] El que habla se hace consciente de que Dios gobierna de tal manera que las hojas y la hierba, la lluvia y la sequía, los años fructíferos y los estériles, el alimento y la bebida, la muerte y la enfermedad, las riquezas y la pobreza, y cualquier otra cosa, nos llegan, no fortuitamente, sino gracias a su mano paternal”.

Finalmente, el salmo concluye con una reflexión comprometida sobre la alabanza y el gozo en el Señor (33-34), y con una advertencia sobre el destino de los pecadores e impíos (35). A final de cuentas, la contemplación de la creación divina debe conducir a una nueva forma de vida, recta y obediente: “Para las personas que se alejan de Dios, que no le alaban, sino que —todo lo contrario— viven conscientes sólo de sí mismas y confiadas únicamente en sí mismas, no hay ya lugar alguno en el reino de la alegría, el orden y la dependencia consciente de Dios” (H.-J. Kraus).

Conclusión

“El mundo es un don divino libre, pero con él viene una expectativa y un costo. No puede ser de otra manera. Cada generación aprende lo que los primeros humanos aprendieron en el paraíso (Gn. 2-3). El Señor que da el alimento no ha abdicado de su soberanía. En este reinado de deleite esa figura paternal deberá ser sin duda honrada” (W. Brueggemann). La gloria real del Creador irradia sobre toda la tierra, por lo que el propio Dios puede gozarse en sus obras (31), tal como afirmó Calvino: “El estado del mundo se fundamenta en el gozo de Dios”.

Sugerencias de lectura

  • Walter Brueggemann, Teología del Antiguo Testamento. Un juicio a Yahvé. Testimonio, disputa, defensa. Salamanca, Ediciones Sígueme, 2007 (Biblioteca de estudios bíblicos, 121).
  • Hans-Joachim Kraus, Los Salmos. Salmos 60-150. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1995.
  • Walter Brueggemann, El mensaje de los Salmos. México, Universidad Iberoamericana, 1998.

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