agosto 27, 2023

Salmo 119.16-24 Commentary

Yo me deleito en tus mandamientos,

porque son mis mejores consejeros.

Salmo 119.24, Reina-Valera Contemporánea

Trasfondo bíblico-teológico

Como sucede a través de todo el libro, el Salmo 119 también recoge muchos estados de ánimo de los creyentes que se expresan y que, en este caso, lo hacen para relacionar su vida con la ley del Señor Dios. Eso lleva a que las estrofas sucesivas adquieran tonos diferenciados. Como se nos ha recordado, la capacidad comunicativa y de diálogo de la Palabra divina se proyecta en la voz de aquellos/as que responden a las enseñanzas con afirmaciones de fe y confianza, así como mediante el reconocimiento de los beneficios que produce la familiaridad con ellas. Al citar Hebreos 1.1, Alfredo Tepox afirma: “…a través de la historia Dios ha estado procurando establecer comunicación con el hombre ‘‘muchas veces y de varias maneras’’. ¿Por qué ‘‘muchas veces’’? Porque ha estado hablándoles a generaciones distintas y distantes. ¿Por qué ‘‘de varias maneras’’? Porque cada grupo humano, y cada persona, tiene su propia manera de hablar y de entender. De modo que si Dios quiere realmente comunicarse con cada hombre —y, en efecto, quiere hacerlo y lo hace—, tiene que echar mano de todos sus recursos comunicativos” (Énfasis agregado). En su respuesta a esa Palabra, también los seres hemos puesto en marcha diversos recursos: poemas, oraciones, cánticos, lamentaciones y una amplia variedad de géneros discursivos. “En los vv. 17-24 predominan la lamentación y la petición. El orante confiesa que su vigor vital va disminuyendo. Ora pidiendo una revitalización” (H.-J. Kraus).

 

“Concédele a tu siervo una larga vida, / y obedecer siempre tu palabra” (vv. 17-20)

La tercera estrofa, presidida por la letra guímel, inicia con una petición sumamente sentida y transparente, acompañada por otra directamente relacionada con la obediencia a la Palabra. La petición por una larga vida fue el sueño dorado de los antiguos hebreos y en incontables ocasiones aparece este deseo en el contexto de situaciones extremas, como fue el caso del rey Ezequías (Isaías 38). La larga vida era una señal inequívoca de ser objeto del favor divino, junto con una gran descendencia y contar con suficientes recursos. Así lo expresa, en son de promesa, otro Salmo muy recordado: “Saciarélo de larga vida y mostraréle mi salud” (91.16, RVR 1909).

“En el v. 17 la obediencia a la palabra de Dios se describe como un acto de gratitud. Esta concepción corresponde nuevamente a la teología deuteronómica, tal como la expuso en su momento Gerhard von Rad. De la Toráh se esperan maravillas; en la piedad de la torá del Sal 119 vemos que la torá es la palabra vivificadora; y para contemplar sus efectos misteriosos deben ser abiertos los ojos del hombre (v. 18)”. El v. 19a, como explicación, podría tener originariamente sus raíces en los derechos de los forasteros (cf. Sal 39.13). Esta perspectiva se espiritualiza aquí y se aplica a la vida en presencia de Yahvé. No obstante, el anhelo del extranjero no se dirige hacia el espacio vital de la tierra, sino hacia las enseñanzas de Dios (v. 20). “Conocer en todo tiempo las sentencias del Señor” (20) es una auténtica garantía en medio de los vaivenes y exigencias de la vida.

“Yo me deleito en tus testimonios / porque son mis mejores consejeros” (vv. 21-24)

La vida completa de la persona obediente está amenazada todo el tiempo por la hostilidad y el desprecio (v. 21ss). “En el Salmo 119 aparece incesantemente el sombrío cuadro de los impíos que se apartan de los mandamientos divinos, y de la declarada hostilidad contra el justo” (Ídem). La persona obediente es la persona que sufre, la que se ve oprimida por el desprecio y pide al Señor que “le quite de encima” esa carga. El lenguaje para referirse a esas otras personas es duro y agresivo: “Tú reprendes a los soberbios y malvados / que se apartan de tus mandamientos” (21). Otras versiones dicen: “soberbios y malditos”. El cumplimiento de los testimonios de Dios puede asegurar que se aparten “la vergüenza y el desprecio” (22), porque tomar en serio la Ley del Señor abre puertas siempre positivas para la sobrevivencia en las mejores condiciones.

Asimismo, el piadoso se ve envuelto también en procesos ante “altos dignatarios” o “magnates” que se reunieron para condenarlo (23). El siervo Dios sufre y se aferra a los testimonios de Yahvé como a su íntimo y fiel consejero. Aparecen aquí elementos de aquella lamentación individual que encontramos en salmos más antiguos en labios de personas calumniadas y perseguidas. Los altos consejos divinos son valorados enormemente para actuar con sabiduría y cordura. Los relatos antiguos están plagados de ejemplos de cómo la “consejería” era grandemente apreciada. Basta con recordar las acciones de José y Daniel en medio de pueblos extranjeros y cómo su función de “asesoría espiritual” desempeñó un papel fundamental para sobrevivir y para influir en el curso de grandes acontecimientos sociopolíticos y económicos.

Conclusión

Deleitarse en la palabra divina (v. 24) es una experiencia profundamente espiritual, pero también estética. Gozarse en ella, agradarse en ella, se manifiesta en la selección personal que hacemos de porciones que nos impactan o nos ayudan más. Pero el conjunto de la edificación que nos proporcionan es parte de ese deleite y de la alegría que nos produce estar familiarizados con esa Palabra antigua, eterna y viva. Tal como escribió la gran poeta chilena Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura, en un texto memorable:

A los diez años, yo conocí esta vía de la palabra, desnuda y recta y la adopté en la medida de mis pobres medios, a puro tanteo, silabeando sus versículos recios, tartamudeando su excelencia y arrimándome a ella, a la vez con amor y miedo de amor.

Había encontrado algo así como una paternidad para mi garganta, como una tutoría cuando menos en mi amarga orfandad de una niña de aldea cordillerana, sin maestro, y sin migaja de consejo para los negocios de su alma muy ávida, mucho.

De este lote de virtudes expresionales de la Biblia, parece que las que más me hayan atraído sean la intensidad y cierto despojo que no sólo aparta el adorno, sino que va en desuello puro. Heredera del español de América, es decir, de una lengua un poco adiposa, la Biblia me prestigió su condición de dardo verbal, su urgido canal de vena caliente. Ella me asqueó para toda la vida de la elegancia vana y viciosa en la escritura y me puso de bruces a beber sobre el manadero de la palabra viva, yo diría que me echó sobre un tema a aspirarle pecho a pecho el resuello vivo. […]

Ay, gozo fresco para nosotros y, anchura dulce, la de esta abra de reunión donde podemos, con los ojos puestos en los ojos, comer igual bocado de oro en nuestro Job, ciudadano del dolor, en el Jacob, abajador de la Tierra al cielo y en el David, que tañía, tañedor mejor que el salterio, el corazón del género humano.

Sugerencias de lectura

  • Hans-Joachim Kraus, Los Salmos. 60-150. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1990.
  • Gabriela Mistral, “Mi experiencia con la Biblia”, en Gabriela Mistral en verso y prosa. Antología. Barcelona, Real Academia Española-Asociación de Academias de la Lengua Española, 2010, pp. 586-587, gabrielamistral.uchile.cl/prosa/expbiblia.html.
  • Alfredo Tepox, “Muchas versiones distintas, una sola Palabra verdadera”, en Iglesia y Misión, núm. 65, http://blog.kairos.org.ar/?p=756.

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